La gente va al Jardín

Me regalé un paseo por el alguna vez maravillante Jardín Japonés. Puentecitos rojos, terminaciones doradas, pasarelas de madera. Una enormidad de peces bigotones que se asoman a la superficie y aclaman por su alimento, la mayor atracción de este empobrecido divertimento dominguero. Vagando por sus aromatizantes caminos me encuentro con una escultura, un monumento. "Samurai" dice el cartel, pero este no conforma a un ingenioso visitante: "Mirá, el monumento al colnudo." Las risotadas de sus acompañantes lo dicen todo para mi: encuentro algún bonsai y me las tomo de acá.